Más bienaventurado es dar que recibir

Al igual que Jesús, Pablo lo entregó todo.


Hechos 20: 32 "Y ahora, hermanos, os encomiendo a Dios y a la palabra de su gracia, la cual es poderosa para sobreedificaros, y daros herencia con todos los santificados. 33 No he codiciado plata, u oro, o vestidura de nadie. 34 Antes vosotros sabéis que para lo que me ha sido necesario, y para los que están conmigo, estas manos me han servido. 35 En todo os he enseñado que trabajando así, es necesario sobrellevar a los débiles, y recordar las palabras del Señor Jesús, que dijo: Más bienaventurado es dar que recibir".

El dar es un acto de entrega a otro; es un acto de gracia. La gracia da con amor y liberalidad; la gracia otorga, no evalúa méritos, no condiciona. La palabra griega didomi (Strong No. 1325), traducida por dar en Hechos 20:35, connota ofrendar, donar o conceder, libremente y sin ser forzado, algo de valor.

El dar es una vocación ineludible a la que todo creyente cristiano está llamado, en concordancia con el ejemplo que el Señor Jesús les dejó a sus discípulos.

La Biblia nos exhorta, con prioridad, a cultivar una actitud liberal en cuanto al dar, más que una actitud de recibir. Ahora, esta actitud no emerge en forma automática; necesita ser trabajada, y aun forzada para que crezca y se desarrolle, hasta que se haga natural; un hábito; una manera característica de relacionarnos y de orientarnos en nuestra interacción con otros.

Hay muchas personas que van por la vida buscando en lugar de dar. Pero la vida no puede edificarse, exclusivamente, sobre la base de lo que recibimos, sino sobre el fundamento de lo que damos. Un continuo anhelo de recibir, sin nunca dar, va desarrollando una vida egoísta y egocéntrica; centrada en las propias necesidades, e incapaz de ver y sentir las necesidades de otros.

Pocas personas conciben la felicidad desde el punto de vista de dar. Pero dar es vivir. Jesucristo dijo que más bienaventurado (dichoso y feliz) es dar que recibir. Esto demanda un cambio profundo de paradigma, además de un compromiso. Implica salir de nuestra zona de confort. No hay forma de dar sin comprometer nuestro tiempo, o dinero, o energías, o recursos de diversa índole.

En la medida que procuramos el bienestar de otros, nos hacemos la vida agradable a nosotros mismos. Cuando les damos a otros, somos satisfechos en nuestra necesidad de dar. Se ha dicho que no hay mejor manera de gozar de los bienes que dándolos.

Seamos bienaventurados al darle nuestro amor y esperanza a los necesitados. Son muchos los que se padecen una penosa enfermedad; los que enfrentan las secuelas de un divorcio; los que experimentan la muerte de un ser querido; los que sobrellevan la rebeldía de un hijo; los que viven bajo el dominio de un vicio insuperable. Seamos bienaventurados en darles una palabra de aliento, un abrazo de esperanza y una real demostración de afecto a través de hechos.

La mayoría de las personas concentran sus esfuerzos en recoger frutos (recibir) en lugar de dar. Es más fácil ser un recibidor (consumidor) que un dador; por eso hay tantas personas alrededor de nosotros con necesidades que pocos pueden cubrir. Pero cuando nos disponemos a dar es inevitable recibir. Siempre que nos acercamos a los necesitados, inevitablemente somos bendecidos con su agradecimiento y amor, estableciéndose así una nutridora reciprocidad entre dar y recibir, entre dadivosos y necesitados.

La expresión, “mas bienaventurado es dar que recibir”, fue dicha por el hombre más dador que este mundo ha conocido, Jesús, quien encarnó con su ejemplo el más grande ejemplo de una vida invertida en otros. La vida y ministerio de Jesús fue un constante dar, servir y ayudar a la gente. Y en boca de Jesús, no sólo fue una frase piadosa, una predica retórica, sino una vocación y misión de vida. Cuando Él dijo eso, iba camino a la cruz donde daría su vida por toda la humanidad.

Cuando damos reproducimos en nuestra vida el carácter altruista y bondadoso de Dios. Dios da con generosidad; abundantemente. Su naturaleza que es amor, le demanda constantemente dar. Él necesita dar tan ciertamente como el sol necesita dar su luz mientras arde. Los cristianos, seguidores de Cristo, necesitamos reproducir el carácter liberal, desprendido, altruista, generoso y dador de nuestro maestro y modelo, Jesucristo.

Pablo al igual que nuestro Señor dio su vida por sus ovejas. Quiera Dios que los cristianos sigamos esa senda de amor y justicia. Sabiendo que haciendo esto no solo ayudamos a nuestro prójimo sino que demostramos el amor de aquel que nos llamo a esta tarea haciendo honor a nuestro Dios.

36 Y habiendo dicho estas cosas, se puso de rodillas, y oró con todos ellos. 37 Entonces hubo gran llanto de todos; y echándose sobre el cuello de Pablo, le besaban, 38 entristeciéndose sobre todo por las palabras que había dicho, de que ya no volverían a ver su rostro. Y le acompañaron hasta el barco.


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